Revista de la exposición universal de París en 1889

Revista de la exposición universal de París en 1889

Estabelecimento Tipografico Editorial • Barcelona

Montaner Y Simón, editores

ESPAÑA Y PORTUGAL

No me queda tiempo para detenerme más en la exposición española, y paso á la de Portugal, que está  inmediata, franqueando la puerta de su palacio sin vacilar ni hacer aprecio de la fatiga que ya comienza á rendirme. Allí vuelvo á ver la alameda sombría donde jugaban algunos  niños, y donde varios curas leían su  breviario; por  fortuna, nos hallábamos casi solos.

Siempre me interesó Portugal, porque  tengo fe en la influencia que está llamado á ejercer en Europa. Ese reducido país, que ha poseído el imperio de los mares, que disfruta del más delicioso clima, que tiene un pueblo libre, un rey sinceramente constitucional, oradores de claro talento, políticos de primer  orden, y una literatura personal, me pareció siempre destinado á ocupar un lugar distinguido.

La industria del  reino, largo tiempo postrada, cuenta hoy con abundantes recursos, sobre todo en cuanto concierne á las artes textiles. Por eso las blondas portuguesas son muy apreciadas, y merecen serlo. Su fabricación está sólo reservada á las mujeres , cuyo jornal, muy escaso, no pasa de cincuenta y seis céntimos por día. Los dibujos son obra de mujeres que ignoran completamente los elementos de ese arte.

La producción del corcho, suminis trado en su mayor parte por las provincias del mediodía, reporte anualmente algunos millones de francos.

La pesca es una de las industrias más importantes del país: no se cuentan menos de ciento veintisiete especies de pescados en las aguas que le bañan.

La imprenta y la librería rivalizan en sus trabajos ordinarios; pero en Portugal no se  lee; de modo que no me explico de qué viven los  libreros, pues nadie compra libros. Los autores cambian entre sí sus producciones, y algo traspira entre el público ilustrado, mas á esto se reduce todo. En una reunión de talentos excepcionales, apenas se contarán dos ó tres que vivan de su pluma. En cuanto al periodismo, Dios sabe cuánta paciencia y energía necesitó mi amigo  Coelho, difunto ya, para disfrutar de alguna comodidad con su Diario de Noticias. Y no  obstante, Las farpas de Ramalhao Ortigao, y los Pontos sobre nos  ici, son hojas muy chispeantes, entre otras que podría citar.

La cerámica y la cristalería se han desarrollado mucho.

La orfebreria es una de las fuentes de riqueza de Porto, donde se hacen objetos de filigrana muy apreciados de los extranjeros.

La producción y venta de tabaco en Portugal aseguran más ele quince millones al fisco. El gobierno no ha conservado para sí el monopolio, como en España y en Italia. El cultivo no está autorizado sino en las islas/pero la venta es libre en todo el reino.

En resumen, Portugal puede dividirse en dos regiones distintas: la primera, la del norte, muy productiva gracias á los vinos de  Porto, está perfectamente  cultivada; la segunda, ó sea la del mediodía, llamada Alentejo, se asemeja un poco á los desiertos de Sahara: allí se podría obtener trigo suficiente para la alimentación de todo el país, pero los habitantes prefieren importarlo de España porque les cuesta menos.

Las costumbres populares están impregnadas de poesía y hay en ellas algo de pintoresco, siendo tal vez una de las más vistosas la llamada ((fiesta del maíz.» Este cereal es muy  abundante, sobre todo en las provincias del norte, y los días destinados á la recolección son verdaderas festividades. Después de recoger las espigas, amontónanse en un campo contiguo á la granja ó á la casa, é invítase á los amigos ó comensales á desgranar; las mujeres se sientan en el  suelo, formando  línea, y separan con vertiginosa rapidez la espiga de su paja, arrojándola en los cestos que llevan los hombres.

Este alegre trabajo se comienza con la música de algunos violines y canciones improvisadas, en las cuales se revela el espíritu naturalmente cáustico de los portugueses; y á menudo la fiesta termina con efusión de sangre. Irónica ó amorosa, la copla no gusta á la mujer á quien se dirige; su esposo, su hermano ó su galán toman parte en su favor, y muy pronto llueven puñetazos, mientras que la copla enardece los ánimos en otro punto.

Para muchas personas, España y Portugal son semejantes; pero así como dos gotas de agua en nada se parecen, á pesar del error popular, esas dos hermanas enemigas son en un todo diferentes. España es alegre y chispeante; Portugal es profundamente  triste;

Lisboa, la ciudad  inmensa, apenas poblada, parece esperar, como Versailles, la vuelta de personas que desaparecieron para siempre; y  Cintra, ese canastillo de flores de la Lusitenia, como Aranjuez es el cestito de fresas de la Iberia, apenas se despierta en verano.

El silencio reina siempre en los bosques cantados por Byron; solamente hay vida en Porto, corazón inmenso hacia el cual afluye toda la sangre del país.

El Palacio de Portugal tiene tres pisos: es el triunfo de nuestro ingenioso amigo el vizconde de Melicio, que dirige el diario O Comercio de Portugal.

El pabellón, que ocupa una superficie de 300 metros, recuerda los monumentos de Belén, y esas obras maestras de escultura que se llamaron «de estilo Luis XV portugués.» En el piso bajo brillan los vinos en sus  botellas, ó despiden un reflejo rojizo á través del grueso cristal que los aprisiona, y en el principal se hallan los productos de las Indias portuguesas: telas rayadas, sedas  blandas, cretonas  flexibles, armas primitivas, almohadas de cuero, vasijas de  madera, objetos de  vidrio, etc., etc. En medio de todo esto, elévanse ídolos de cabezas grotescas, que tienen todos un espejo en el  vientre, sin duda para que aquellos que les dirigen oraciones puedan hacer convenir la expresión de su rostro con las palabras que la boca pronuncia.

Al salir de este piso, y después de dar la vuelta por la sala transformada en invernadero, donde se ven racimos de uvas perfectamente  imitados, llégase al recinto consagrado en particular á la alfarería artística de Bordallo  Pinheiro, á quien podría aplicarse muy bien el epíteto de nuevo Bernardo Palissy. Sus esmaltes al fuego, sus platos y sus creaciones de toda especie son las de un verdadero artista. Las fábricas de Monaco y de Vallauris nos habían enfriado un poco respecto al género; pero Bordallo Pinheiro ha vuelto á despertar nuestro entusiasmo. En vasos enormes, trasparentes como el ágata, se ve una rama de pino en la cual se enrosca una  culebra, que parece realmente  viva; más lejos, un plato de grandes dimensiones representa peces que tratan de salir por las mallas de una  red, y anguilas que trazan caprichosas ondulaciones; y en todas partes hay ánforas y objetos de vajilla de todas dimensiones, mientras que en la pared, varios sapos y langostas, de maravillosa  imitación, sujetan los tapices.

Maria-Letizia de Rute

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